Con tiempo de antelación, me dirijo al embarcadero donde me encuentro una larga fila de coches esperando para embarcar en el ferry. También me encuentro con media docena de ciclistas. Mi inquietud se despeja cuando me venden el pasaje pero, en el momento de comprarlo, me piden que intente colocar mi bici encima de alguno de los vehículos porque no hay mucho espacio.
En cuanto empiezan a embarcar, me dirijo a una pareja de chilenos que viajan en un pickup y, tras una pequeña duda, acceden a subir mi bicicleta. Colocados mi bici y yo, disfruto de las tres horas y pico de placida navegación hacia el interior del fiordo hasta el embarcadero de Leptetú. El billete es hasta Caleta Gonzalo, a 55 kmts de Chaitén, por lo que incluye esta primera travesía, 10 kmts en autobús hasta el siguiente fiordo y una hora más de navegación para atravesar este fiordo entre la rampa de Fiordo Largo y la rampa de Caleta Gonzalo.
Mi bici sale montada en la Pick up y yo marcho más tarde y recorro los 10 kmts en el bus. Los otros ciclistas hacen este tramo sobre sus bicis, pero la mía ya no está y, la verdad, estoy machacado de la víspera. No tengo ningún remordimiento. Lo que no sabía es la siguiente travesía se realiza en un barco más pequeño, así que cuando llego a la rampa de Fiordo Largo, veo que mi bici está zarpando subida sobre el pick up que ha subido al primer barco. El segundo tarda en llegar y toda mi placidez del día se va al garete. Ya está, ya la he líado, he hecho lo que nunca tengo que hacer, separarme de mi bici.
Que sea lo que tenga que ser. Así que intento disfrutar del paisaje sobre la barcaza, aunque a veces me asalta la duda si se habrán marchado con mi bici o , la habrán dejado tirada en Caleta Gonzalo. Pero no, allí estaban, esperándome, en lo alto de la rampa con la bici subida a su pick up. No tienen muy buena cara cuando me ven subir la rampa corriendo, pero no se me ocurre otra cosa que ponerme a reir cuando llego hasta ellos. Por suerte, su reacción fue la de ver la parte cómica de la situación y, al final, también les hizo gracia tener que estar retrasando su viaje de vacaciones por un puñetero ciclista al que no conocen de nada.
Después de reírnos un rato y cruzar unas palabras, no nos planteamos ninguna otra opción que montarnos todos en el coche y arrancar en dirección a Chaitén. Yo creo que ellos no quieren perder más tiempo bajando la bici, y yo, además de saber que no puedo llegar de día hasta Chaitén, sigo acusando la paliza de la víspera. La verdad es que me da un poco de pena no hacer estos 55 kmts en bici y poder ver con más detenimiento los montes quemados por el volcán Chaitén. Podía haber ido hasta un camping que hay a mitad de camino, pero me excuso con la idea de que así gano tiempo, porque no se si tendré tiempo de hacer toda la carretera Austral.
Llego a Chaitén y me sobra tiempo. Bien, no pasa nada, merece la pena, aquí hay mochileros y ciclistas que pasan varios días. Yo salgo mañana.
Hornopiren
En bus a la rampa de Fiordo Largo
Chaitén